miércoles, 24 de diciembre de 2008

Recibimiento de Cristo al venir al mundo

D. José Gras hace con mucho amor y ternura, una crónica detallada del Nacimiento de Jesús:


“Era el 24 de diciembre...el sol corría veloz a ocultarse, y sus últimos rayos doraban la cima de las rocas que rodean a Belén. Una doncella de una modestia sin igual y un artesano humilde, cuyo rostro resplandecía con singular dignidad, recorrían las calles pidiendo albergue para pasar la noche, pero, en vano. Para aquel grupo peregrino que llegaba de Nazaret; para aquella modestísima Virgen, que era al mismo tiempo trono vivo de Dios, pues llevaba al Verbo Eterno en sus entrañas, para aquel carpintero de Gali1ea cuya virtud majestuosamente reflejada en su porte, no era vislumbrada siquiera por las miradas egoístas, no hubo un corazón que se moviese a brindarles el más reducido aposento. Belén estaba lleno de forasteros que habían ido a empadronarse, cumpliendo la orden del César, y para el Rey que había sacado de la nada a los césares, no quedaba sitio. El crepúsculo vespertino iba adelantando, los últimos celajes del ocaso perdían sus matices, las estrellas de mas vivo centelleo comenzaban a romper la oscuridad de la atmósfera, cuando San José y la Reina de los serafines, abandonando la ciudad inhospitalaria, se dirigían a una excavación o caverna, convertida en establo, en que hallaron un buey y una mula. Allí rechazado de la sociedad humana, nació, brotando como un rayo de luz de la Estrella Inmaculada, María, el Sol que venía a disipar las sombras de muerte que envolvían al linaje humano” (El Bien dic. 1888, 3-4)
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miércoles, 10 de diciembre de 2008

MARÍA AYUDA A CREER EN EL BIEN




La tarde del lunes 8 de diciembre en la Plaza de España en Roma, Benedicto XVI ha cumplido el tradicional acto de veneración a la Inmaculada, llevando un cesto de rosas a los pies de la estatua de la Beata Virgen en la centralísima plaza, en la soleminidad de la Inmaculada Concepción. " Volviendo la mirada a María – ha dicho el Papa- reconocemos el ella la "sonrisa de Dios", el reflejo inmaculado de la luz divina, encontrando una nueva esperanza incluso en medio de los problemas y de los dramas del mundo.

"Sí, oh María, tu nos ayudas a creer con confianza en el bien, a apostar por la gratuidad, por el servicio, por la no violencia, por la fuerza de la verdad; nos ayudas a permanecer despiertos, sin ceder a la tentación de las evasiones fáciles, afrontando la realidad con sus problemas, con valor y responsabilidad".

Benedicto XVI ha confiado a la Inmaculada sobre todo a los pequeños de Roma, los niños, especialmente aquellos gravemente enfermos, los chicos indefensos, los ancianos solos, los enfermos, los inmigrantes "que se esfuerzan por ambientarse", y las familias que viven con dificultades para llegar a fin de mes. El Papa ha pedido a María que haga que los cristianos tengan el valor de ser centinelas de la mañana y alma del mundo en esta difícil estación de la historia. Tu belleza, ha concluido, "nos asegura que es posible la victoria del amor".
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miércoles, 3 de diciembre de 2008

BIEN Y ESPERANZA PARA TODOS

Dice José Gras en el Bien de 1867:

“Reconózcase, pues, que los tiempos son malos; porque no quiere oírse la voz de la inefable verdad y se tributan aplausos y más aplausos al error, porque se trata de ahogar el bien de la fe, el bien de la esperanza y el bien de la caridad…”

Pidamos en este tiempo de Adviento que el amor se traduzca en bien y esperanza para la humanidad:

“Haz todo el bien que puedas,
por todos los medios que puedas,
de todas las maneras que puedas,
en todos los sitios que puedas,
a todas las horas que puedas,
a toda la gente que puedas,
durante todo el tiempo que puedas”.
John Wesley

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